Tomando Aire(Libre)

Estaba realmente agotado, no encontraba nada, ni siquiera algo sencillo, era todo realmente horrible y empezaba a cansarme. Respiré profundamente mientras caminaba calle arriba, calle abajo, buscando una joya que pudiera llevar Mary con elegancia sin parecer demasiado ostentoso todo en si.
Entré en una tienda y me dediqué a mirar algún que otro escaparate, debía darme prisa si no quería que Holmes me encontraba porque estaba seguro que cuando despertara y yo no estuviera sabría a lo que había salido y yo seguía sin entender el miedo que tenia a aquel compromiso.
Me dolía que Holmes no lo entendiera, era yo su compañero leal, era él un buen amigo y debía ser testigo de mi boda, cosa que repudiaba, cosa que a mi, me molestaba.

Había perdido ya la noción del tiempo, cuando una chica se me acerco con un precioso anillo entre sus dedos. La verdad es que, era realmente perfecto. Sonreí de lado sin poder evitarlo alzando la vista a la dama.

- ¡Señorita! ¡Es perfecto! - exclamé la verdad es que era fino, era elegante, era el indicado, por lo menos, para Mary - ¿Cómo ha sabido que buscaba un anillo de compromiso? - pregunté frunciendo el ceño, aunque, era evidente, seguramente se me notaba a leguas, sobre todo, por el nerviosismo que en mi residía - De todas maneras, muchísimas gracias - le dije sinceramente con una sonrisa ladeada cordial y elegante.

Le sonreí con cordialidad. Tenia razón el todo, pero, el problema ya no era el anillo, era Holmes. Debía esconder bien aquel anillo si no queria que desapareciera por causas desconocidas, bueno, porque simplemente Sherlock lo había hecho desaparecer para luego hacerse el tonto, negué un poco con la cabeza mientras en mi mente buscaba un lugar para esconder el anillo, un lugar donde Holmes no pudiera encontrarlo.
Reí un poco cuando escuché aquello primero, si, la pregunta era un poco patética pero no había podido evitar preguntarle.

- Si bueno, tiene razón - le dije con una sonrisa ladeada. Observe el anillo entre mis dedos. Era perfecto, realmente perfecto. Escuché lo siguiente y no pude evitar formar una sonrisa - ¡Oh, no! No estoy nervioso por esto, no suelo ser un hombre nervioso, es mas debido a mi trabajo la paciencia es esencial, ser doctor no es nada fácil ¿Sabe? - le dije sonriendo un poco mientras me encaminaba con ella a pagar - No, estaba nervioso porque no se como se lo va a tomar esto mi amigo - me encogí de hombros, casi le restaba importancia aunque tuviera mucha.
Le tendí una mano dibujando una sonrisa bajo mi bigote.
- John Watson, encantado - concluí presentándome.

Vaya, nunca hubiera pensado que aquella chica tan joven necesitaba ayuda de un medico. Debía de ser horrible el tener a su padre enfermo, doloroso y terrible a mas no poder. Respiré profundamente borrando la sonrisa de mi rostro al escucharla.

- No se preocupe señorita, dígame lo que necesita y yo tratare de ayudarla, así la compensare por haberme enseñado este fantástico anillo - le dije con una sonrisa débil intentando animarla aunque solo fuera un poco.

Entonces fue cuando me presenté que ella, animada hizo incluso una reverencia fue hecha para mi, la miré bastante incrédulo la verdad, no me extrañó que nombrara a mi compañero Holmes, todo el mundo le conocía, y a mi, a mi me conocían porque iba con él.

- Si, por desgracia - bromeé un poco rodando los ojos. La verdad es que a veces llegaba a cansarme el egocentrismo y la prepotencia de Sherlock, pero al final, siempre acabábamos congeniando, era yo, su fiel compañero.
- ¡No hacen falta reverencias señorita Lordwood! - dije alarmado, y es que no me consideraba digno de ellas, tampoco había hecho nada para merecerlas.

Nunca nadie se había puesto así al conocerme, y, realmente, me abrumaba. Como decía Holmes, yo era hombre de pocas palabras. Reí levemente al verla tan entusiasmada, era raro, demasiado, aún así me parecía gracioso ¿Que diría Holmes? Pensé frunciendo un poco el ceño mientras la miraba.

- El merito es todo suyo - dije al fin refiriéndome a Holmes, y es que, aunque fuera un egocéntrico y un perfeccionista era la persona mas inteligente y fascinante que había conocido nunca, era realmente bueno en lo suyo, y podía comprobarlo en los ánimos de aquella chica - Bueno, si tanto le admira podría presentárselo algún día -le dije restandole importancia mientras me encogía de hombros.
- No se preocupe, es mi trabajo - le sonreí de lado mientras llegaba ya a pagar el anillo, anillo que debía esconder de Holmes y aún no sabía donde.

Había pagado el anillo y mi mente vagaba por todos y cada uno de los cajones de la casa que Holmes y yo compartíamos, la verdad es que esperaba que el anillo no desapareciera en misteriosas circunstancias aunque sabia que estaba pidiendo demasiado. Escuché la chica y le sonreí la verdad es que parecía admirar mucho al viejo Holmes.

- Entonces, trato hecho, hablaré con él, sabiendo como es estoy seguro que no tendrá problemas para recibirla - le dije con cordialidad mientras salía de la tienda junto a ella, escuché aquello segundo salir de su boca - No se preocupe, yo tengo que ir a casa a esconder esto - sonreí de lado.

Le sonreí de lado, debía marcharse y yo también. Iría a casa a ver si Holmes había despertado y escondería el anillo. Sabia que a Sherlock le daba igual si me sacaba o no, pero, no soportaba el que me fuera de casa, el quedarse solo, a veces podía llegar a ser realmente egoísta. Por eso, temía que el anillo desapareciera haciendo así mas tardana mi boda y con ello mi mudanza. Las reverencias de la chica eran capaces de abrumarme.

- No se preocupe, me pondré en contacto con usted señorita - le dije con una sonrisa mientras caminaba ya rumbo hacia casa.